Las mujeres que nos encontramos entre los treinta y los cincuenta años, al decir de Maureen Murdock, hemos transitado el estereotípico viaje heroico masculino buscando la aprobación de la sociedad y de lo externo. Hemos pasado gran parte de nuestra vida buscando reconocimiento fuera de nosotras mismas: nuestros padres, nuestra familia, nuestra pareja, nuestros amigos. Es decir, depositando nuestra autoestima y bienestar en los otros.
Muchas de nosotras nos hemos esforzado por cumplir con todos los mandatos patriarcales: tener una carrera profesional, ser independientes económicamente, obtener el éxito en lo que realizamos, etc. etc. Y cuando llegamos a este lugar de logros y metas alcanzadas, nos preguntamos ¿Para qué sirve todo esto?
Tomamos conciencia de todo lo que hemos sacrificado de nuestras vidas por seguir estos modelos impuestos, sin escuchar nuestras propias necesidades femeninas, sin respetar nuestros ciclos, nuestra naturaleza intuitiva, nuestros instintos sabios, nuestra voz más genuina y ancestral. Hemos seguido un modelo que niega lo que en realidad somos.
Es entonces, al llegar a este momento de crisis (cambio), cuando decidimos abrazar nuevamente nuestra verdadera naturaleza, recuperando nuestro valor como mujeres y sanando la herida de lo femenino.
El viaje fue iniciado hace un tiempo ya, cuando salimos a buscar nuestra propia identidad en una cultura signada por lo masculino y alejándonos de lo Femenino.
En esa primera etapa de nuestra vida hemos desarrollado habilidades masculinas, nos hemos vuelto competitivas y productivas, buscando el éxito en lo externo y en todo aquello que nos prometía nuestra cultura.
Hemos logrado todo lo que nos habíamos propuesto y, sin embargo, nos sentimos vacías, temerosas, indecisas o frustradas ¿Qué nos sucede entonces? ¿De qué nos ha servido todo esto?
Creo que la respuesta es que hemos perdido la relación íntima con nosotras mismas.
Joseph Campbell nos dice: “el interés primordial de la mujer es el criar. Puede criar un cuerpo, un alma, una civilización, una comunidad. Si no tiene nada que criar, de alguna forma pierde el sentido de su función.” Maureen Murdock agrega: “muchas mujeres que han abrazado el viaje heroico masculino han olvidado cómo criar, cómo criarse a sí mismas.”
Es así como, luego de enfrentarnos con el vacío al que nos arroja el modelo masculino, ya que nos hace sentir incompletas, salimos a buscar nuestra perdida alma femenina.
En este tramo del viaje heroico pasamos por momentos de confusión y de dolor, de enojo y de tristeza, buscando los pedazos de nosotras mismas que hemos perdido en el camino hasta hoy.
Debemos aprender nuevamente a escucharnos, a reconocernos, a percibir nuestro cuerpo y nuestro corazón. Debemos encontrar el camino de regreso a casa y es natural que tengamos miedo, ya que nos sentimos desprotegidas y confusas en un mundo de reglas masculinas, sin embargo contamos con nuestra sabiduría instintiva que es la que nos guiará de aquí en más.
Es en este momento de nuestras vidas, cuando sentimos muy fuertemente el anhelo de reunirnos con nuestra naturaleza femenina y curar esta ruptura.
“Cuando una mujer decide dejar de jugar según las reglas patriarcales, no tiene indicadores que le digan cómo actuar y sentir. Cuando no quiere ya perpetuar formas arcaicas, la vida se hace emocionante, terrorífica."
Muchas de nosotras nos hemos esforzado por cumplir con todos los mandatos patriarcales: tener una carrera profesional, ser independientes económicamente, obtener el éxito en lo que realizamos, etc. etc. Y cuando llegamos a este lugar de logros y metas alcanzadas, nos preguntamos ¿Para qué sirve todo esto?
Tomamos conciencia de todo lo que hemos sacrificado de nuestras vidas por seguir estos modelos impuestos, sin escuchar nuestras propias necesidades femeninas, sin respetar nuestros ciclos, nuestra naturaleza intuitiva, nuestros instintos sabios, nuestra voz más genuina y ancestral. Hemos seguido un modelo que niega lo que en realidad somos.
Es entonces, al llegar a este momento de crisis (cambio), cuando decidimos abrazar nuevamente nuestra verdadera naturaleza, recuperando nuestro valor como mujeres y sanando la herida de lo femenino.
El viaje fue iniciado hace un tiempo ya, cuando salimos a buscar nuestra propia identidad en una cultura signada por lo masculino y alejándonos de lo Femenino.
En esa primera etapa de nuestra vida hemos desarrollado habilidades masculinas, nos hemos vuelto competitivas y productivas, buscando el éxito en lo externo y en todo aquello que nos prometía nuestra cultura.
Hemos logrado todo lo que nos habíamos propuesto y, sin embargo, nos sentimos vacías, temerosas, indecisas o frustradas ¿Qué nos sucede entonces? ¿De qué nos ha servido todo esto?
Creo que la respuesta es que hemos perdido la relación íntima con nosotras mismas.
Joseph Campbell nos dice: “el interés primordial de la mujer es el criar. Puede criar un cuerpo, un alma, una civilización, una comunidad. Si no tiene nada que criar, de alguna forma pierde el sentido de su función.” Maureen Murdock agrega: “muchas mujeres que han abrazado el viaje heroico masculino han olvidado cómo criar, cómo criarse a sí mismas.”
Es así como, luego de enfrentarnos con el vacío al que nos arroja el modelo masculino, ya que nos hace sentir incompletas, salimos a buscar nuestra perdida alma femenina.
En este tramo del viaje heroico pasamos por momentos de confusión y de dolor, de enojo y de tristeza, buscando los pedazos de nosotras mismas que hemos perdido en el camino hasta hoy.
Debemos aprender nuevamente a escucharnos, a reconocernos, a percibir nuestro cuerpo y nuestro corazón. Debemos encontrar el camino de regreso a casa y es natural que tengamos miedo, ya que nos sentimos desprotegidas y confusas en un mundo de reglas masculinas, sin embargo contamos con nuestra sabiduría instintiva que es la que nos guiará de aquí en más.
Es en este momento de nuestras vidas, cuando sentimos muy fuertemente el anhelo de reunirnos con nuestra naturaleza femenina y curar esta ruptura.
“Cuando una mujer decide dejar de jugar según las reglas patriarcales, no tiene indicadores que le digan cómo actuar y sentir. Cuando no quiere ya perpetuar formas arcaicas, la vida se hace emocionante, terrorífica."