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El síndrome de las oportunidades perdidas o el tren que perdimos.

Cosas que suceden en la vida, situaciones que no pudimos resolver en su momento. Eso pasa, eso nos pasa, y la sociedad con sus múltiples dichos nos hacen creer que el tren ya pasó y que ya lo perdimos, lo que sembraste cosecharás y muchos etcéteras que andan por ahí. La cuestión que a veces no lo hemos podido hacer antes, por muchas situaciones. De esa manera nos sentimos frustrados y culpables por no haberlo concretado en su momento. Puede ser encontrar la carrera que nos gusta, una pareja, viajes, comenzar un negocio y muchas oportunidades que nos han hecho creer que ya han pasado y que no se volverían a repetir. La buena noticia es que el tren pasa muchas veces en nuestra vida. Aún así muchas veces se nos ocurren ideas, nos vienen a la cabeza deseos que desestimamos porque consideramos que ese tren ya no es para nosotros, que ese tren ya pasó.
Entonces nos limitamos a mirar con resignación a otras personas que sí que están desarrollando aquello que quieren. Y nos comparamos con ellas. Y en esa comparación, encontramos las excusas para salir perdiendo. Siempre encontramos un motivo para justificar por qué nosotros no cogemos carrerilla y nos subimos al vagón.

La edad, las condiciones económicas, las cargas familiares, la falta de energía… Hay miles de porqués, pero, si escuchas de verdad, quizás puedas detectar que la voz que te los cuenta es la voz de las creencias limitadoras, o la del miedo, o tal vez la de la pereza.

Reconócelo: es más fácil encontrar una buena excusa que justifique tus resultados que asumir tu responsabilidad y esforzarte por superarte la próxima vez. O, sencillamente, si has perdido un tren, puedes tomar el siguiente, porque siempre vuelve a pasar, sólo que con diferentes pasajeros.