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LOS TRES OBSTÁCULOS QUE NOS IMPIDEN VIVIR EN LIBERTAD: LAS EXPECTATIVAS, LAS RESISTENCIAS AL DOLOR Y LA DISPERSIÓN

Las claves para vivir una vida en plenitud, y en libertad, primero es darnos cuenta las cárceles internas que dominan nuestra vida y nos impiden ser libres. Veamos cuáles son y que podemos hacer para comenzar a salirnos de esas trampas que nos creamos.

1.- LAS EXPECTATIVAS

A menudo vivimos nuestra vida a través de un filtro que selecciona y juzga los hechos de acuerdo a lo que aprendimos a como deberiamos vivir nuestra vida! El hecho de no identificar tales trampas mentales es fuente de sufrimiento cuando nuestras expectativas no se cumplen generando emociones como broncas por no haberlo logrado y culpas por la misma situación generandonos autocastigos inconscientes innecesarios, pero claro no lo podemos ver porque responden a programas inconscientes. 
¿Cuál es el antídoto?
Bien sabemos que la vida es como es, no como “se supone que debería de ser”. En este sentido, trabajar en la dirección de vivirnos desde la aceptación de lo que es a cada instante –que no desde la resignación–, permite que algo profundo en nosotros se alivie, al tiempo que se abre un espacio interno desde donde vivirse con fluidez y liviandad.
¿Y si cambiásemos la palabra EXPECTATIVA por POSIBILIDAD? ¿Y si entrenáramos el enfoque de nuestra atención para detectar la tendencia de generar expectativas, eligiendo conscientemente el vivir cada instante como una posibilidad dentro de las muchas posibilidades que nos depara el Universo, la vida o Dios o como quieras llamarlo?

2.- LA RESISTENCIA AL DOLOR

Resistirnos a sentir dolor es una de las situaciones que más experimentamos porque inconscientemente repetimos patrones derivados de nuestro estado de inconsciencia y sueño colectivo. Sabemos que en la vida hay placer y dolor, y que éste último es inevitable; en el fondo esto no es nuevo para nadie, pero una cosa es “entender”, y otra cosa es el hecho de comprender profundamente una realidad. 
Cuando vivimos desde ese mecanismo automático de sumergir y evadir nuestra vivencia dolorosa, en realidad generamos, sin saberlo, un sufrimiento que en este caso sí es evitable e innecesario. Es como si añadiéramos una carga tóxica “extra” a la cuota de dolor que nos toca vivir.
¿Cuál es el antídoto?
Comprender profundamente que no podemos evitar el dolor, al tiempo que practicamos la aceptación de lo que vivimos en cada instante. La práctica de la atención plena permite abrirse plenamente al dolor y acogerlo y, cuando éste ha cumplido su función, sucede que remite del mismo modo que llegó.
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3.- LA DISPERSIÓN

Este mecanismo también inconsciente nos lleva a vivir en el futuro y comenzar a soñar, con lo cual no estamos viviendo el Aquí y Ahora, comenzamos muchas cosas y no focalizamos una acción por vez. De la dispersión y la desatención surge, a su vez, la reacción automática ante aquello que vivimos. Es como vivirse con el “piloto automático”. Salir de la reacción es, de algún modo, despertar del automatismo y activar la consciencia desde la que elegimos responder en lugar del reaccionar.
¿Cuál es el antídoto?
El antídoto en este caso es la práctica y el cultivo de la Atención Plena a través de la Meditación, la atención consciente de nuestra respiración, nuestras emociones, nuestro cuerpo y sus sensaciones, observando nuestros pensamientos y volviendo siempre al tiempo presente. Esto equivale a iniciar un camino de crecimiento y desarrollo integral que nos conduce a una mayor autocomprensión, al tiempo que descubrimos nuestros particulares automatismos. La psicoterapia transpersonal utiliza como herramienta esa práctica que nos vuelve más atentos y focalizados en el Aquí y Ahora.