Pero muchas veces, no sólo no ocurre esto sino que las mujeres comienzan a experimentar una profunda tristeza por haberse separado de su naturaleza femenina dejarse así misma reconocer y sentir el dolor de esta pérdida, de la forma que le parezca mejor, y luego liberarla y seguir adelante. Cuando se encuentra en un estado de tristeza y desesperación, necesita el apoyo de lo femenino positivo, una figura materna o de hermana, de hombre o de mujer, para contenerla en la seguridad de su amor mientras la expresa. La intensidad de la tristeza varía, según el grado en que la mujer se siente ignorada y desconocida para sí misma, y dependiendo de cuánto tiene que hacer para reclamar sus tesoros perdidos. Su tristeza puede deberse a la sencilla razón de tener demasiado y no tener suficiente: de tener demasiadas «cosas» y espaldarazos vacíos, pero carecer de amor y de respeto por sí misma, o de contacto con su propia intimidad. Es importante no limitarse a echarle la culpa a otros por esta tristeza sino examinar profundamente sus causas y asumir la responsabilidad de la autocuración. Este es el camino para despertar y poder así emerger su Espíritu femenino para habilitar de manera sana al hombre con confianza para que pueda tomar y sacar a la luz sus aspectos femeninos sin temor a perder sus atributos masculinos.
así hacer la comida para sus hijos, abrazar, contener, expresar el afecto dedicarse a su hogar y dedicar algunas horas a las tareas que la mujer a hecho por años, como algo natural, y placentero, también lo habilitará a sacar sus aspectos más sensibles, al tanto se quitará también las cargas que por años ha debido soportar produciendo desequilibrios en su personalidad, como así también esos desequilibrios los hemos ido sintiendo nosotras. Porque la mujer salga a trabajar no significa que tenga que sostener más obligaciones, ya que el hombre es el que podrá compensar esas tareas, y la Tierra sola encontrará su propio equilibrio.